El Adiós a Las Papas Belgas

Las Papas Belgas había sido el lugar elegido por mis compañeros para compartir cerveza fresca cada semana mientras disectábamos alguna partida de ajedrez. Desde su inicio en el micro-centro de la ciudad, su posterior paso por Kreusser y Artigas, el enclave junto a la iglesia del barrio Santa Rosa y finalmente la casona de la Avenida Caballero, este fue nuestro refugio.

Fueron cinco años de relación junto a Val y Chris, los propietarios del lugar, quienes decidieron cerrar sus puertas y regresar al país que los vio nacer. Llegaron solos y hoy han de comprar pasajes para cuatro: sus dos pequeños nacieron en la rivera del Paraná.

Todas las despedidas me sensibilizan de alguna manera. Por nuestra parte deberemos encontrar un nuevo lugar donde mover las piezas, por la suya, pues bien, dicen del hogar que más que un lugar para vivir es un lugar para volver. He ahí dos belgas con dos encarnacenos volviendo a su lejano hogar.
¡Bon voyage!